miércoles, 23 de octubre de 2013

La ignorancia de las mariposas - Cap.1

     Son las nueve de la tarde y me dispongo a cerrar las puertas del cine. Cruzo a la acera de enfrente, me giro y me quedo unos minutos mirando el edificio. Es muy viejo y la fachada se le cae a trozos. Me entristece saber que esta es la última vez que cierro aquellas puertas y que ni yo, ni nadie más, volverá a entrar allí. Que en dos semanas vendrá una gran bola de hierro que se lo llevará todo. Se llevará la gran pantalla y se llevará todas las butacas azules con tantos chicles pegados como historias ha tenido aquel cine. Todo quedará borrado.

     No entiendo el tiempo y su manía de algunas veces ir tan rápido y otras ir tan lento. Los segundos, minutos, horas, días, años se inventaron para hacerme sufrir. No creo en Dios ni en la medida del tiempo. Tonterías. Rapidísimo, rápido, lento y lentísimo, no hay más. En estas dos semanas descubrí una nueva medida de tiempo: fugaz. Ya está, ya habían pasado, tan rápido como un pestañeo. Yo me encontraba en la cama en la víspera de la demolición. No podía parar de dar vueltas. Miraba el techo. De repente me entró una especie de dolor de cabeza, un impulso. Me levanté  de la cama de un salto, cogí las llaves y con mi camisón puesto me fui corriendo al cine.

     Entré al edificio. Oscuridad, mucha oscuridad. Todo estaba tan oscuro que si alguien quisiera matarme en aquel momento la oscuridad le habría parado los pies y yo me convertiría en una sombra más de aquel entorno negro y me desharía. Conocía aquel edificio de cabo a rabo y a tientas fui capaz de llegar al sótano sin chocarme con nada. En el sótano se almacenaban todas las películas. Quería coger una, la que fuese. Fui rozándolas con los dedos mientras me los ensuciaba de polvo. No podía leer ningún título, así que me detuve y cogí una, que por el tacto, me pareció idónea. Abandoné el sótano y me dirigí a la sala de proyecciones Sorteé todas esas butacas llenas de caucho viejo que olían a fresa y a menta y subí al escenario que estaba delante de la pantalla. Solté un soplido encima de la película y me tumbé en el suelo. El polvo me caía encima y yo notaba su ligero tacto. Pensé que si todo esto fuese una película, este sería mi dramático final. Y me quede un rato pensando. Me levanté y salí del cine. Cuando intenté cerrar las puertas del cine no pude. Me temblaba la mano, así que lo intenté con las dos manos pero no había manera. No podía hacerlo. Me daba demasiada pena. Así que hice lo impensable, y arranqué la cerradura con todas mis fuerzas. Me fui a casa como había venido, corriendo. Dejé la película, la cerradura y la llave encima de mi mesita de noche. Y me fui a dormir.

     Esa noche dormí mucho y mucho tiempo. Soñé que las puertas del cine estaban abiertas y que todo el mundo entraba a llevarse las películas y las guardaban en sus recuerdos. Me levanté feliz porque ese sueño me hizo sonreír. Pero cuando giré la vista hacia mi mesita mi cara cambió. Cogí la película y me tumbé en la cama. Me puse la película sosteniéndola con los brazos encima de mí de modo que me tapaba la visión del techo. Empecé a darle vueltas y vueltas a aquel rollo de película. No tenía título. Había cogido una película que no tenía título. Una película que no tenía título y que además, no podía reproducir. Apoyé la película sobre mi estómago y chillé a los cuatro vientos que era la chica más idiota del mundo. "A ver Maia, te levantas a las tantas de la noche, te vas con camisón al cine el día antes de su demolición, robas una película que no puedes reproducir y para rematar te llevas la jodida cerradura de la puerta. Estás loca, Estás loca Maia". Dios mío, no podía parar de repetírmelo. Pensé que ya que estaba por la labor de robar podría haber robado también el proyector. Entonces mi mente se quedó en blanco y caí. El cine. Ya era muy tarde. Me fui corriendo.

     El cine ya estaba demolido. Yo había robado una película y una cerradura pero la gran bola de hierro había robado todo lo demás. Chicles, recuerdos y películas. Todo menos una cerradura y una película vieja sin título.


7 comentarios:

  1. Podries fucar la versio en valencià xq tb esta genial. Sic la teua fan numero 1 i et vull moltissim!!!! Anim q tu pots!!!!! El mon es teu!!!! Besots.
    Isabel

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    1. Naaaaah, massa faena. Així el faig més internacional

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  2. M'ha encantat...Escrius molt bé!!!!...Espere poder seguir gaudint dia a dia de tot lo que publiques..

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  3. Dios existe esta en todo lo mas bello que te puedas imaginar...una sonrisa...un canto de pajaro....Dios es infinito...





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  4. Muy muy bien. Tiene un aire melancolico, un poco fantastico, que recuerda a carlos ruiz zafon. Me ha enganchado, continuare con la historia. Sigue asi. La Pili de castellon

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  5. yo tambien estoy enganchada a ver que pasa...

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