viernes, 8 de noviembre de 2013

La ignorancia de las mariposas. - Cap.11

     Y como el tiempo últimamente es tan fugaz, Álex y yo nos encontrábamos detrás del mostrador con un cartel en la puerta de la tienda que ponía "Abierto". El local había quedado muy bien. Todo blanco, con el contraste de todos los lomos coloridos de las películas. Álex se había estando esforzando mucho para saber a que olía cada película. Estaba completamente preparado para recibir a cualquier cliente que entrase por la puerta. Pero yo... Yo era una especie de helado gelatinoso. Estaba fría y no paraba de temblar. Álex notó los terremotos y creo que intentó evadirme de aquel lugar tan bonito y vacío a la vez. "Oye, y el corto de la mariposa, ¿cómo se llamaba?". Le eché la mirada más odiosa del mundo entonces recordé de nuevo que no podía verme y me eché a reír. "No tenía título". Él puso cara de pensativo. "Ponle uno". Entonces me puse a mirar una cicatriz que tenía en la mano por culpa de aquella pelea extravagante que tuve con un televisor, unos pensamientos y mis propios pensamientos. Justo en aquel instante entró una mujer con su hijo y Álex me susurro que cómo eran. Le dije que era una señora mayor con un niño pequeño. 

     Álex prácticamente salió de un salto del mostrador mientras cogía una bandeja con caramelos. Dijo amablemente buenos días a los dos, le ofreció caramelos al niño y este los aceptó encantado. La madre preguntó por algún título que no pude oír bien y Álex olisqueó hasta la sección infantil.Y pasó los dedos película a película hasta que encontró la que quería la madre. Muy amablemente los dirigió al mostrador. Entonces me tocaba a mí. Todas las películas estaban de oferta por ser el día de la inauguración. Sabía muy bien lo que tenía que hacer. Primero cobrarle a la mujer y echar bien las cuentas y devolverle el cambio correcto. Luego, como obsequio por motivo de la inauguración, tenía que pegar una de las miles de margaritas que nos sobraron en la portada de la película enganchándola con un bonito lazo blanco. enganché también otro caramelo, uno de limón, para que el niño quedase bien contento, ya que no creo que la película le gustase demasiado. Era una aburrida película didáctica sobre matemáticas. Los dos nos regalaron una sonrisa y se fueron tan contentos que me imaginé a la madre cocinando perdices para comer en su casa.

     El tiempo pasa. Los clientes entran y salen. Alquilan, compran. las margaritas ya se nos han acabado pero siguen entrando y saliendo, alquilando y comprando. Cuando acabamos hoy hice las cuentas muy rápido, no quería hacerlo más tarde, quería deshacerme de aquella aburrida tarea en cuanto antes. Cuando acabé me senté en el sofá de la trastienda medio tumbada, y sentía al propio sofá aguantando mi gran agotamiento. Álex entró a la habitación y se puso a buscar su móvil dónde tenía almacenadas un montón de películas en formato mp3 adaptadas para ciegos. "Está en el trastero, al lado del viejo proyector, lo veo desde aquí. ¿Qué hacías con el proyector?". Cogió su mp3 y se sentó en la punta del sofá, como si no quisiese hacerle daño. "¿Qué nombre le pusiste al final a la película?". Se levantó y cogió un rollo de cinta adhesiva de papel blanco. "Corta un trozo y ponlo en la película, escribe ahí el título que has pensado". Tomé el rollo y Álex se marchó hacía la puerta que daba a la tienda. "No se me ha ocurrido ningún título".

     Álex se giró de forma lenta hacía mí pero hizo que pareciese un movimiento muy brusco. Me miraba. Realmente me miraba a través de sus ojos apagados sin electricidad. Me miró como si no me estuviese dando cuenta de la cosa más obvia del mundo. No la veía, pero él sí, él sí podía verla. "¿Maia es que no lo ves? ¿Quien es el ciego aquí? Necesitas ponerle un título a aquella película. Lo sé. Lo sé porque recuerdo tu voz en las taquillas del precioso centro de salud mental diciéndome la hora a la que se proyectaban las películas. Y entré a verlas aunque no las pudiese ver. Porque lo adoro. Adoro todo esto. Recuerdo perfectamente tu voz, "Son cinco con cincuenta". Y cuando llegaste a esta tienda y te oí, sabía que eras tú. pero las gracias que diste después de que te proyectásemos aquel corto mi abuelo y yo, no sonaron igual que el taco que soltaste al despertarte en este mismo sofá después de derrumbarte en la entrada del videoclub. Y desde entonces tu voz suena así. ¡Eres una ignorante Maia! Dime que son cinco con cincuenta pero dímelo estando completamente segura de lo que realmente has visto en aquel maldito corto".

     "Perdona, no puedo hacer esto".



4 comentarios:

  1. Parece que el final está cerca... Sentimientos encontrados entre saber cómo acaba y no querer que termine. Eres genial. Maite

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, de hecho el final ya está subido. Gracias, besos :)

      Eliminar
  2. ¿Quién es Alex? Me gusta. Intuyoo que forma parte de la conciencia de Maia...es su forma de pensar de manera equilibrada, madura. Pero no se....¿un vidente? No acabo de ver si asi se representa una lucha interna consigo misma o es algo físico relacionado con las mariposas que no pueden ver su propia belleza....o puede que Alex represente las dos cosas poorque si no sería mudo tambien, ¿no?. En cualquier caso me gusta Alex y ojalá sus pensamientos calen más fuerte que los de Maia. ¡Sigue luchando!
    Vida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Álex creo que es el mejor ejemplo para vivir que tiene Maia. Él con su discapacidad tiene unos valores a los que se ha ido acomadando cosa que en estos momentos Maia no tiene, porque da la impresión de que sea ella la ciega. Pero es Álex que aún ciego, le abre la mente a Maia, le da una especie de lección. Le demuestra que està siendo una ignorante frente a su situación y que no sabe manejarle, aunqur él ignore por completo su entorno.

      Eliminar

Algunas palabrejas que tengáis por la cabeza, soltadlas aquí: