miércoles, 6 de noviembre de 2013

La ignorancia de las mariposas. - Cap.10

     Entré a la tienda y Álex al oír el tintineo de los móviles de colores que tenía colgados junto a la puerta se giró hacia mí. Antes de mirarle a la cara miré de nuevo todos los huecos vacíos de las estanterías. Tenían más polvo y seguramente, se sentían vacíos. Luego miré a Álex y salió una Maia desconocida. Sincera y sin alergias. Lo primero que hice fue pedir perdón y justo cuando iba a vomitar un discurso que me iba a salir disparado Álex me cortó. "Eso ya me lo dijiste". Me tragué el discurso y me lo quedé mirando. ¿Qué se suponía que debía decir? "No tengo alergia a los pensamientos". Seguramente no debería haber empezado así, pero no siempre las historias empiezan por el principio. Le dije que no dijese nada. Que me dejase hablar. Me senté en el suelo con las baldas de la estantería marcándome la espalda. En realidad a ese chico no lo conocía de nada. Pero se lo conté todo. Desde la víspera de la demolición del cine hasta las marcas de las baldas en la espalda. "Entiendo". ¿Qué se suponía que entendía?. "¿Dónde estás?" Tartamudeé que sentada en el suelo junto a las estanterías. Fue tocando las estanterías con sus baldas y sus huecos. Y cada vez que tocaba un hueco mis manos se volvían más frías. Al final tropezó conmigo y  se sentó a mi lado. "Seguramente si hubiese vendido este videoclub también me hubiese teñido el pelo de morado".

     "Ahora dime la verdad. ¿De verdad dices que aparecía una mariposa en aquella película? Yo no he visto nunca una, pero me han dicho que son preciosas. No entiendo porqué te hacen llorar. ¿Eres alérgica a ellas? No me creo que sea una mariposa lo que tu has visto. Me mientes." No, yo no mentía y me prometí que no iba a volver a hacerlo. Pero no tenía sentido. Era verdad. La gente no llora cuando ve cosas bonitas. Bueno, quizás de felicidad. Pero yo no lloraba de felicidad. Mi mente empezó a encogerse como cada vez que pensaba en aquel bicho. Cambié de tema. "Deberíamos limpiar esto, y pintarlo. Quizás de blanco, es un color luminoso, hará que la tienda parezca más grande. Y... Y colocaremos flores de nuevo... Las que quieras.". "¿Margaritas?". ¿Se estaba riendo de mí? (aunque no me sorprendería). Pero me quedé pensando. Y las imaginé allí en los huecos, las margaritas. En la trastienda y al lado de mi televisor. Y su aroma en el pasillo de un supermercado. Quedaban bien. Le dije que sí. "¿De verdad?". De verdad de la buena, le dije que contratara a un pintor, que preguntara a la señora de la tienda de los muebles de mimbre si tenía el número de alguno. Y yo iría a comprar las margaritas al supermercado. "¿Al supermercado? Ve a una jardinería, serán más bonitas". "Me gustan las de allí".

     Cuando entré al supermercado cogí un carro y apoye un pie sobre él y patiné hasta la sección de jardinería como una niñita feliz. En ese pasillo siempre olía tan bien... Era como si me metiesen dos palillos de incienso en cada agujero de la nariz. Llene el carro hasta arriba de macetas de margaritas y macetas transparentes de policarbonato. Algo me dijo que ver la tierra y las raíces de aquellas margaritas crecer me relajaría. Miré todas las flores que habían en las estanterías. geranios, rosas, bocas de dragón... Y pensamientos. Y los miré con mucha fijación y me parecieron bonitos. Desplegué la parte del carro que se usa para poner el papel higiénico o pañales y me senté ahí. Me vi reflejada en el suelo recién encerado y todo era maravilloso. Empezaron a sonar las ofertas en los altavoces y me puse a bailar. "Hoy todos los zapatos de niño a mitad de precio", "Hoy les ofertamos ternera de primera calidad, ¡no pierdan esta oportunidad!", "Y los productos de limpieza de nuestra marca, ¡Todos a dos por uno!". Enseguida sonó una voz más bajita que decía que pagaríamos el más caro. Paré de bailar. Cogí el carro de margaritas y me fui hacia la sección de limpieza. Cogí un spray quitapolvos y una botella de lejía. Antes de ir a la caja pasé por la zona de electrónica y miré las televisiones. El videoclip de una de ellas era tan aburrido y se veía tan bien que alcé mi brazo y me dispuse a darle un puñetazo en la pantalla. Detuve mi puño a poquísimos milímetros de la pantalla, me miré de nuevo en el suelo encerado cogí el carro y me fui a la caja. En el dos por uno, pagué la lejía.

     Cuando llegué a la tienda me di cuenta que de que había comprado margaritas de más. Álex me dijo que se quedaría con una maceta para familiarizarse con su olor y así empezar a trabajar como lo había hecho siempre. La dije que quitáramos el polvo para cuando viniesen los pintores y me dijo que rociara un poco de quitapolvos en cada balda que se guiaría por su olor tóxico para ayudarme a limpiar. Cuando acabamos yo también me llevé una maceta a casa y la puse al lado del ya inexistente televisor. Quedaba bien.



   



     

8 comentarios:

  1. Maia tiene algo realmente mágico: el afán de superación, las ganas de vivir...Espero que lo consiga de verdad!!!
    Irene P. se me ha revelado como una escritora fantástica que consigue emocionarme de una manera trepidante; pero tambien ha conseguido que se me entristezca el alma...Deseo que Maia viva, con sus rarezas si quiere...pero tambien con su ímpetu por vivir.
    Vida.

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  2. Sigo pensando en Maia...me gusta pensar en ella, bucear en sus pensamientos...sumergirme en su cabeza. Siento que, de alguna manera, en algun momento y por alguna razon que ella no reconoce o no quiere entender, su vida se ha derrumbado, como el cine, y cree poder volver a ella...la pregunta es: ¿lo conseguira...?
    Vida.

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    1. No sé quien eres, pero tu comentario me ha enamorado. Maia lo conseguirá. Ordenará su vida. ¡Muchas gracias por tu opinión!

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    2. Totalmente deacuerdo con los comentarios anteriores.Mejor no se puede explicar..yo también espero q Maia ordena su vida i VIva,

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  3. Vale, creo que esta es la historia más sincera y bonita que he visto en un blog. Me gusta Maia. Me gusta Álex. Me gustan las margaritas. Me gusta el pelo morado mal cortado. Me gusta que Maia tenga afán por vivir. Me gusta todo, supongo.

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    1. Muchísimas gracias Sara, todos los comentarios que recibo son sorprendentemente positivos y es increíble. Me alegro muchísimo de que te guste.

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  4. ¿Te pareces a Maia, derrotista y luchadora al mismo tiempo? ¿Sabes qué? Yo pienso que las mariposas si que ven su propia belleza cuando baten sus alas y son conscientes de la admiración que despiertan. No tienen miedo a tropezar con el perfume de una flor. Parecen delicadas pero, en realidad, son fuertes...Creo que deberías intentar batir tus alas más a menudo...y volar!!!
    Vida.

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    1. Intento no relacionar mi vida personal con los relatos que escribo pero siempre algunas que otras ideas nacen de lo que tienes en tu entorno. ¡Y batiré mis alas con fuerza siempre! Gracias por los comentarios, Vida.

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